Cuando un bebé empieza a caminar solo es un momento de mucho gozo en una familia, ha llegado una nueva etapa a su vida, luego de haber sido cargado y de haber gateado, ahora llega el momento de agarrar más poder, de empezar a saborear la independencia. Por este escenario de aprender a caminar pasé dos veces en mi vida.
La segunda fue hacia mis 16 años. Tuve que volver a aprender a caminar a esa edad gracias al diagnóstico que me acompaña desde entonces. En ese momento me encontraba en una muy intensa e interna pelea con la realidad que me 'había tocado vivir'. ¿Cómo era posible que después de ser un muy buen jugador de fútbol y de tener 'tanque' para tres partidos seguidos, iba a tener que volver a aprender a caminar?
Los bebés empiezan a moverse por su cuenta gateando, me tocó. Luego aprenden a moverse apoyándose en algo o alguien, también me tocó. El final en este escenario es aprender a moverse solo, y también me tocó. Todos estos pasos tuve que revivirlos a los 16. Al iniciar mis terapias de rehabilitación muscular lloraba de impotencia al sentir que no estaba en la capacidad de hacer algo que es tan natural a esa edad. Los primeros pasos no solo fueron complicados, se sentían imposibles de realizar.
Con el avanzar de las terapias me di cuenta que ellas -aunque dolorosas emocionalmente más que físicamente- serían necesarias si quería seguir creciendo personal y profesionalmente, si quería ir a la universidad y obtener mi grado profesional. Hoy me doy cuenta que no solo eran necesarias para eso, fueron necesarias para poder dejar mi huella en las personas, esas que atraviesan por un momento difícil en la vida y sienten que ese final tan ansiado no llega.
Los cambios resultan como algo de mucha dificultad para aceptar, en el escenario que sea. Mudarse a una nueva casa, estrenar zapatos nuevos, enfrentar los cambios que vienen con el crecimiento, etc. Cada cambio viene con su dificultad. En mi caso el mío involucraba dos partes: La primera, no poder caminar correctamente -y como resultado, no poder correr-, y la segunda mi orgullo, pasar de ser un gran deportista a tener que volver a aprender a moverme solo.
"Si caminamos lo suficiente, alguna
vez llegaremos a alguna parte."
El Maravilloso Mago de Oz
Difícil escenario, lleno de retos emocionales y físicos, en los que tuve la grata compañía de grandes personas, importantes personas a las que hoy agradezco haberme dejado esta enseñanza: Los grandes aprendizajes de la vida viven y vienen en este formato: Retos y dificultades.
Avanzar en la vida es como el caminar de los bebés, al principio necesitas que alguien te lleve, te ayude, luego con un poco más de independencia empiezas a gatear, a descubrir que puedes moverte solo y luego caminamos, buscamos, caemos y exploramos, tal como es en la vida. Uno de los mejores entrenamientos que recibimos para la vida lo recibimos cuando aprendemos a caminar.
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