Mientras manejas tu carro o te mueves en el transporte público de tu ciudad o en el medio de transporte que prefieras, llegar a tu destino con calma y paz suele ser una tarea titánica, una llena de distracciones. Esto la transforma en un reto para poner a punto el control que tienes sobre tu mente.
A peor tráfico, más estrés. Esta condición suele ser, para muchos, tan real como lo es la gravedad, prácticamente una ley física, y la razón por la que choques o accidentes simples, que deberían tener soluciones simples, se transforman en batallas llenas de insultos, culpabilidad y hasta sangre. Pero como todo problema tiene solución, y cada reto es, en su definición, una oportunidad de crecimiento, el mal tráfico puede ser un gran ejercicio para fortalecer tu atención plena.
Cuando manejamos o nos movemos en nuestra ciudad, solemos estar en un estado de piloto automático y no consideramos lo que hacemos durante el recorrido. Gracias al servicio de GPS que utilizas (si lo haces), no prestas atención al recorrido. Gracias al accidente que te hizo llegar 20 minutos tarde, no prestaste atención al trato que le diste a otras personas. Gracias a la cantidad de carros en el camino, no disfrutaste el maravilloso clima que te acompañó en el camino.
Ir camino a la escuela, a la universidad, al trabajo, a la casa de tu pareja, o al destino que elijas no tiene que ser un sufrimiento, de hecho es un gran momento para entender cómo funciona, trabaja e imagina tu mente en momentos o situaciones de incomodidad.
"Practico mantener la calma todo el tiempo,
a partir de situaciones que son tensas."
Martha Beck
El ejercicio de transformación que propongo en esta entrada comienza con uno que se recomienda desde hace mucho tiempo y a través de diferentes medios: 'Respire profundo'. Realizar esta acción no solo te permite estar en más calma, suministra más oxígeno a tu cuerpo y amplía el espacio entre el estrés y el mal tráfico, creando un área de perspectiva y elección. Además de lo anterior darte ese momento te permite ver tu cuerpo y entender dónde hay tensión y soltarla.
Suma a lo anterior un ejercicio lingüístico: Cuando estamos en momentos de alta carga de estrés, solemos hablarnos en una manera poco útil y muy negativa, no solo hacia nosotros mismos, sino también hacia los otros, dejando de ver que aunque nuestras metas en la vida puedan ser diferentes, todos tenemos denominadores comunes, como estar en paz, ser felices y sentirnos seguros. Cambiar esa comunicación y esos mensajes son la diferencia entre una persona que llega a destino con una sonrisa y la que lo hace con el ceño fruncido.
Concentrarnos en llegar a destino a salvo, llegar felices y llenos de paz no es la única tarea, también lo es prestar atención a los detalles, cuidar en lo que va pensando tu mente y moverse con consciencia de lo que se hace. Poner y prestar mucha atención al tráfico llena de poder, a ese factor momentáneo, sobre tu día y evita que prestes atención a lo maravilloso que ocurre y ocurrirá a tu alrededor.
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