El silencio suele ser incómodo, en conversaciones, reuniones o aún en la soledad. Aprender a disfrutarlo no solo te permite entender cómo funciona tu mente en este ambiente, te educa para no soltar el freno en tus pensamientos en el peligroso ruido interno que genera el silencio externo.
Al entrar en meditación primero debes salir del atareado día, entrar en un espacio de calma, utilizar música que te relaje y ahí si empezar a disfrutar cómo vibra tu cuerpo en este momento de tanta paz interior, sin embargo esto limita nuestra capacidad de estar en control de nuestra mente. Las distracciones cotidianas nos llevan a -en muchos casos- perder el control de nuestro pensamiento, sin embargo existe el mismo riesgo en el silencio.
El silencio absoluto, hoy en día, es muy complicado de alcanzar, ni siquiera en las horas más altas de la noche existe, pero si existen momentos del día en los que lo más abrumador es enfrentarlo. Disfrutar el silencio es reconocer cuanto se mueve, balancea y mece nuestra mente en este escenario específico.
"La arena del desierto es para
el viajero fatigado lo mismo que
la conversación incesante para
el amante del silencio."
Proverbio persa
Cuidar nuestros pensamientos nos ayuda a estar en un mejor control de nuestras emociones, dependiendo de en lo que nos concentremos nuestro cuerpo y mente reaccionaran de una manera emocional. El silencio es un escenario que se presta para que nuestra mente derrape, y es lo que ocurre en muchos casos cuando tenemos problemas para conciliar el sueño, el silencio externo crea mucho ruido interno.
Cuando hablo de disfrutar el silencio lo digo en el sentido más amplio de la palabra, pues esto te lleva a ir más allá, a escuchar nuevas cosas, como el sonido de tu respiración, el tan sonoro retumbar de tu corazón cuando late, el movimiento de tus ojos. Cuando, en el silencio, logras prestar atención a estas ´pequeñeces´, vas a lograr, con mejor fortuna, prestar atención a lo que pasa en tu mente.
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