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Foto del escritorMao Florez

Cultivar la salud emocional en medio de los retos de la EM: Encontrar el equilibrio y la resiliencia

I. Introducción

Vivir con EM plantea un sinfín de retos, tanto físicos como emocionales. Aunque a menudo se presta mucha atención al control de los síntomas físicos de la enfermedad, es igualmente importante dar prioridad a nuestro bienestar emocional.


En este artículo, exploraremos la importancia de la salud emocional en nuestro bienestar general y profundizaremos en las estrategias para cultivar la resiliencia frente a los desafíos de la EM.



La salud emocional abarca nuestra capacidad para gestionar y expresar nuestros sentimientos de forma constructiva.


Implica reconocer y comprender nuestras emociones, afrontar eficazmente el estrés y mantener un sentido del equilibrio y la resiliencia ante la adversidad.


La salud emocional no consiste en ser feliz todo el tiempo, sino en ser capaz de sortear los altibajos de la vida con gracia y resiliencia.


II. Reconociendo la resiliencia emocional

La resiliencia emocional se refiere a nuestra capacidad para recuperarnos de los contratiempos y adaptarnos a las circunstancias difíciles.


Las personas emocionalmente resilientes poseen rasgos como el optimismo, la adaptabilidad y el sentido de la determinación. Son capaces de mantener una actitud positiva ante la adversidad y de encontrar formas constructivas de afrontar el estrés y la incertidumbre.


Cultivar la resiliencia emocional puede ayudarnos a navegar por los altibajos de la vida con mayor facilidad y confianza.


Alcanzar el equilibrio emocional es esencial para nuestro bienestar general. Implica reconocer y aceptar nuestras emociones sin permitir que nos abrumen. En lugar de reprimir o ignorar nuestros sentimientos, podemos aprender a reconocerlos y responder a ellos de forma sana y constructiva.


Al esforzarnos por alcanzar el equilibrio emocional, podemos cultivar una mayor resiliencia y paz interior.


III. Construir inteligencia emocional

La inteligencia emocional se refiere a nuestra capacidad para reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como las emociones de los demás.

Desarrollarla puede ayudarnos a desenvolvernos en las interacciones sociales, a comunicarnos con eficacia y a afrontar el estrés con mayor efectividad.


Las estrategias para mejorar la inteligencia emocional incluyen la práctica de la autoconciencia, la empatía y la regulación emocional.


La autoconciencia es la base de la inteligencia emocional. Implica estar en sintonía con nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos, y comprender cómo influyen en nuestras acciones e interacciones con los demás.


Una forma de cultivar la autoconciencia es a través de prácticas de atención plena, como la meditación y la autorreflexión.


Si nos tomamos el tiempo necesario para observar nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, podemos obtener información valiosa sobre nuestro mundo interior y desarrollar un conocimiento más profundo de nosotros mismos.


La empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás. Es un aspecto fundamental de la inteligencia emocional y desempeña un papel crucial en la construcción de relaciones sólidas y solidarias.


Desarrollar la empatía implica ponerse en el lugar de otra persona y ver el mundo desde su perspectiva.



IV. Hacer frente al estrés y la ansiedad

El estrés y la ansiedad son experiencias comunes para las personas con EM, pero pueden afectar a nuestro bienestar emocional si no se controlan.


Identificar los factores desencadenantes del estrés y la ansiedad es el primer paso para controlarlos eficazmente.


Técnicas como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y la meditación de atención plena pueden ayudarnos a reducir el estrés y la ansiedad y promover la estabilidad emocional.


Respiración profunda:

La respiración profunda, también conocida como respiración diafragmática o respiración abdominal, es una técnica sencilla pero eficaz para reducir el estrés y favorecer la relajación.


Consiste en respirar lenta y profundamente, llenar los pulmones de aire desde el diafragma y exhalar por completo.


Cómo hacerlo:

  1. Busca un lugar tranquilo y cómodo para sentarte o tumbarte.

  2. Coloca una mano sobre el pecho y la otra sobre el abdomen.

  3. Inhala lenta y profundamente por la nariz, permitiendo que el abdomen se eleve a medida que llenas los pulmones de aire.

  4. Exhala lenta y completamente por la boca, sintiendo cómo baja el abdomen al soltar el aire.

  5. Continúa con este patrón de respiración profunda durante varios minutos, concentrándose en la sensación de su respiración y permitiéndose relajarse con cada exhalación.


Relajación muscular progresiva (RMP):

La relajación muscular progresiva es una técnica de relajación que consiste en tensar y relajar diferentes grupos musculares del cuerpo. Al tensar y liberar sistemáticamente la tensión muscular, la PMR ayuda a promover la relajación física y mental, reducir el estrés y aliviar los síntomas de ansiedad.


Cómo hacerlo:

  1. Busca un lugar tranquilo y cómodo para sentarte o tumbarte.

  2. Cierra los ojos y respira hondo varias veces para centrarte.

  3. Empezando por los pies, tensa los músculos de los dedos y los pies todo lo que puedas durante 5-10 segundos.

  4. Suelta la tensión y deja que los músculos se relajen por completo, notando la sensación de relajación.

  5. Pasa al siguiente grupo muscular, como las pantorrillas, los muslos, el abdomen, el pecho, los brazos, los hombros, el cuello y la cara, repitiendo el ciclo de tensión y relajación para cada grupo muscular.

  6. Continúa este proceso, pasando de un grupo muscular al siguiente, hasta que hayas tensado y relajado todos los grupos musculares principales del cuerpo.



V. Practicar atención plena y presencia

La atención plena consiste en prestar atención al momento presente con apertura, curiosidad y aceptación.


Al incorporar la atención plena a nuestras rutinas diarias, podemos cultivar una mayor conciencia de nosotros mismos, reducir el estrés y mejorar nuestro bienestar general.


Prácticas sencillas como la respiración consciente, el escáner corporal y el paseo consciente pueden ayudarnos a cultivar una mayor sensación de presencia y paz interior.


VI. Cultivar emociones positivas

Fomentar emociones positivas como la gratitud, la alegría y la compasión puede tener un profundo impacto en nuestra salud emocional. Las emociones positivas no sólo nos hacen sentir bien, sino que también ayudan a desarrollar la resiliencia y mejoran nuestra capacidad para hacer frente a la adversidad.


Las estrategias para cultivar la positividad incluyen practicar la gratitud, realizar actos de bondad y saborear las experiencias positivas.


Aunque es natural querer evitar o reprimir las emociones negativas, hacerlo puede exacerbar nuestro malestar emocional.


Por el contrario, es importante reconocer y validar nuestras emociones negativas, reconociendo que son una parte normal y natural de la experiencia humana. Al permitirnos sentir nuestras emociones plenamente, podemos empezar a entender sus causas subyacentes y trabajar para abordarlas de forma constructiva.


VII. Técnicas de liberación emocional

Los métodos expresivos como el escribir un diario, la arteterapia y las prácticas basadas en el movimiento pueden proporcionar poderosas salidas para la liberación emocional.


Estas técnicas creativas nos permiten expresar nuestros pensamientos y sentimientos de forma no verbal, facilitando la catarsis y la autoexpresión.


Practicar con regularidad la liberación emocional puede ayudarnos a procesar nuestras emociones de forma más eficaz y promover un mayor bienestar emocional.


Llevar un diario:

Llevar un diario implica escribir pensamientos, sentimientos y experiencias como medio de autorreflexión y expresión. Proporciona un espacio seguro y privado para explorar las emociones.


Cómo hacerlo:

Dedica un tiempo cada día a escribir en tu diario, ya sea por la mañana para fijar los propósitos del día o por la noche para reflexionar sobre tus experiencias.


Empieza escribiendo libremente sobre lo que se te ocurra, sin preocuparte por la gramática o la puntuación. Explora tus pensamientos, sentimientos y emociones relacionados con la vida con EM, incluidos los retos, triunfos, miedos o frustraciones.


Anota cualquier idea, lección aprendida o estrategia de afrontamiento que surja durante el proceso.


Arteterapia:

La arteterapia consiste en utilizar medios creativos, como la pintura, el dibujo, la escultura o el collage, para explorar y expresar pensamientos y emociones. Nos proporciona un medio de comunicación no verbal que les permite saltarse las barreras del lenguaje y acceder a capas más profundas de la autoexpresión.


Cómo hacerlo:

  1. Reúne los materiales artísticos que más te gusten, como pinturas, pinceles, lápices, rotuladores, arcilla o materiales para collage.

  2. Establece una intención para la sesión, como explorar una emoción o un tema específico relacionado con la vida con EM.

  3. Permítete experimentar y jugar con los materiales, dejando de lado las expectativas y los juicios.

  4. Utiliza el color, la textura, la forma y la figura para expresar visualmente tus pensamientos y emociones, dejando que tu intuición guíe el proceso.

Prácticas basadas en el movimiento:

Las prácticas basadas en el movimiento, como el yoga, la danza, el tai chi o el qigong, incorporan movimientos suaves, respiración y atención plena para fomentar el bienestar físico y emocional. Estas prácticas ayudan a los guerreros de la EM a conectar con su cuerpo, liberar tensiones y cultivar una sensación de paz interior y equilibrio. Las prácticas basadas en el movimiento pueden adaptarse a diferentes capacidades y niveles de movilidad, lo que las hace accesibles a personas en distintas etapas de su viaje por la EM.


Cómo hacerlo:

  1. Elige una práctica basada en el movimiento que se adapte a ti y a tus capacidades físicas, ya sea una secuencia de yoga suave, una rutina de tai chi o una sencilla rutina de baile.

  2. Busca un lugar tranquilo y cómodo donde puedas moverte libremente sin distracciones, como el salón, el jardín o un parque.

  3. Comienza con un breve calentamiento para preparar el cuerpo para el movimiento, centrándote en estiramientos suaves y respiraciones profundas.

  4. Realiza la práctica elegida con atención, prestando atención a las sensaciones corporales y al ritmo de la respiración.

  5. Permítete moverte intuitivamente, explorando diferentes movimientos y posturas que te hagan sentir bien.



VIII. Conclusión

En conclusión, dar prioridad a nuestra salud emocional es esencial para afrontar los retos de vivir con EM.


Cultivando la resiliencia, adoptando el equilibrio emocional y practicando técnicas de autocuidado, podemos cultivar nuestro bienestar emocional y prosperar frente a la adversidad.


Recuerde que está bien buscar el apoyo de los seres queridos, los profesionales sanitarios y los profesionales de la salud mental cuando sea necesario.

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